¿El tiempo bajo nuestro control? Reflexiones desde los sonidos y sus épocas hasta la "productividad" personal
¿Alguna vez sentiste que el tiempo es una fuerza incontrolable que dicta cada uno de tus movimientos? En nuestra sociedad, es común percibirlo como una entidad abstracta e independiente, un juez implacable que mide nuestra productividad y, con ello, nuestro valor. Esta mentalidad impregna no solo nuestras vidas, sino también la forma en que las organizaciones planifican y ejecutan sus proyectos.
Sin embargo, pese a esta visión idealizada de la productividad, la realidad nos sacude: los planes y cronogramas rara vez se cumplen a la perfección. Y no, no siempre es culpa de nuestra falta de organización. ¿Y si el problema radicara en la propia idea de que el tiempo es una entidad abstracta, separada de nuestra experiencia?
La desconexión moderna: Cuando el tiempo se desancló del Espacio
Para entender cómo llegamos a esta concepción del tiempo, es fundamental sumergirnos en un viaje histórico-filosófico. Desde la filosofía clásica, el espacio era visto como un "continente universal" y el tiempo se ligaba al "ser" y la eternidad. Pensadores como Newton los concibieron como entidades absolutas, mientras que Leibniz los entendió como "orden de existencia de las cosas", una interconexión crucial que Kant también abordaría. Incluso la física, con su "continuo espacio-tiempo", reconocería su complejidad y vinculación.
Sin embargo, el proyecto modernizador impulsó activamente procesos de desanclaje, rompiendo esta relación. Anthony Giddens explica que, en las "culturas premodernas", tiempo y espacio estaban intrínsecamente interconectados, formando la base de la vida cotidiana. Las actividades sociales coincidían con sus dimensiones espacio-temporales, en una relación fluida y variable.
La modernidad, con su "dinámica universalizadora", transformó esto radicalmente. Se promovió la separación del tiempo y el espacio: el tiempo se estandarizó en regiones (pensemos en los husos horarios) y el espacio se independizó a través de cartografías precisas. Este proceso generó un "vaciamiento" de significados y prácticas asociadas a estas dimensiones[1]. Al cortar la conexión de las actividades sociales con su contexto de presencia, se generó una desvinculación y distanciamiento que Giddens denomina "desanclaje"[2]. Una vez separados, tiempo y espacio fueron recombinados en un nuevo orden "moderno", manifestado en la "organización racionalizada" de la vida social.
Productividad personal: Respuestas al tiempo moderno
Es en este contexto de un tiempo desanclado y estandarizado que surgieron y prosperaron los populares métodos de productividad personal. Su objetivo es, precisamente, ayudarnos a "aprovechar" este tiempo fragmentado y maximizar nuestra eficiencia.
Enfoques como el de David Allen y su sistema "Getting Things Done" (GTD) buscan liberar nuestra mente del estrés de recordar todo, externalizando tareas a un sistema confiable. Stephen Covey nos enseña a priorizar lo "importante sobre lo urgente", y Cal Newport aboga por el "Trabajo Profundo": bloques de concentración ininterrumpida para crear valor.
Estos métodos, si bien buscan una mayor efectividad y un uso consciente del tiempo, operan bajo la premisa de que el tiempo es un recurso que debe ser activamente gestionado, organizado y optimizado para el logro de objetivos. Son herramientas poderosas, pero inherentes a nuestra forma moderna de relacionarnos con el tiempo, donde la eficiencia y el control son las metas.
Ritmos Integrados: La Sabiduría Andina y los Paisajes Sonoros
En contraste con esta visión moderna, existen perspectivas que nos recuerdan que el tiempo y el espacio no tienen por qué estar desligados. Su sentido puede deberse, precisamente, a su profunda interrelación.
Un ejemplo proviene de los saberes andinos en Macha, al norte de Potosí, en Bolivia, donde el etnomusicólogo Henry Stobart ha estudiado cómo el tiempo y el espacio se entrelazan. En estas comunidades, donde el silencio es cotidiano y predominante, el año se estructura y comprende a través de "explosiones sensoriales periódicas de festividades calendarizadas". En lugar de referirse a días o meses específicos, las personas utilizan las fiestas como sus principales puntos de referencia: Cruz timpu, Todos los Santos, San Andrés, Carnaval timpu, entre otros. Estos puntos de referencia temporales, son marcas sonoras que evocan de inmediato una rica red de asociaciones multisensoriales vinculadas con esas festividades, estaciones y actividades. Para los andinos, el tiempo se articula principalmente en términos de experiencias sensoriales, más que como medidas abstractas.
¿Acaso no hacemos lo mismo en función de nuestras propias fiestas y eventos locales? Pensemos en cómo la Navidad o un cumpleaños, con sus aromas, sonidos y rituales específicos, dan un sentido y un ritmo diferente a esa época del año, más allá de la fecha en el calendario. O cómo la preparación para un evento deportivo o un concierto cambia nuestra percepción de los días previos. Aunque lo vivamos con menos formalidad ritual, la experiencia de un tiempo ligado a sensaciones y eventos significativos no nos es ajena.
Volviendo a las fiestas en Macha, otro ejemplo es el rol de los sonidos y músicas. Diferentes instrumentos se tocan en un orden calendárico específico, cada uno con un "sabor" o calidad particular que se corresponde con la estación y el lugar. Mezclar la música del pinkillu (flauta de temporada de lluvias) con la del jula jula (zampoña de temporada de heladas) no es solo impensable sensorialmente, sino que se percibe como una amenaza al orden de las estaciones y, por ende, a la producción agrícola. La música, en este contexto, "anima", es decir, "da vida" al lugar y al mismo tiempo es una ofrenda al entorno. Es la interrelación de estos elementos, anclados en el espacio y la experiencia, lo que da sentido al tiempo.
Pero la conexión entre tiempo, espacio y significado va más allá de las creaciones culturales humanas. También se encuentra en los paisajes sonoros naturales, que poseen una temporalidad propia. Murray Schafer, pionero en el estudio de los paisajes sonoros, indica:
"Lo primero que observamos cuando estudiamos un paisaje sonoro silvestre o incluso rural o aldeano es que resulta mucho más silencioso que el de la ciudad moderna. Y, sin embargo, esto no se debe a que falte en él la vida. Todo parece indicar más bien que los sonidos están sujetos a ciclos de actividad y de reposo. Los productores de sonidos parecen saber cuándo deben actuar y cuándo deben callarse. Las diferentes especies de insectos, animales y pájaros se complementan mutuamente, en unos ritmos diarios y estacionales de sincronizada belleza."
Los sonidos producidos por aves, anfibios e insectos no son solo parte del ambiente acústico, sino que constituyen ciclos naturales que se desarrollan en espacios específicos. Estos son los ritmos a los cuales, hace mucho, los seres humanos se adaptaban, y que ahora a menudo son transformados por nuestra actividad. Aunque vivamos en ciudades, estos sonidos sirven de recordatorio de que somos parte de un todo mayor, donde el tiempo y el espacio siguen cobijando ritmos que sincronizan a los seres vivos.
Nuestra capacidad de reconocer y reconectar con estos ciclos, tanto culturales como naturales, nos brinda una oportunidad única para reformular nuestra relación con el tiempo y el espacio. En lugar de seguir restringiéndonos a una línea temporal rígida, podríamos abrir una puerta hacia una experiencia más rica y holística del mundo alrededor. En este sentido, tanto los ciclos festivos andinos como los paisajes sonoros naturales nos invitan a reflexionar sobre cómo moldeamos nuestro lugar en el espacio y el tiempo y cómo podemos buscar experiencias más significativas.
Productividad flexible: Reinterpretando nuestra relación con el tiempo
Este contraste entre la visión moderna y estas otras perspectivas nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestra propia relación con el tiempo. Las dificultades que experimentamos al aplicar planes rígidos o al "administrar" el tiempo podrían ser, en gran parte, ilusorias. Nos aferramos a la fantasía de una organización y productividad absolutas, cuando la realidad es mucho más fluida.
Curiosamente, algunos de los principios subyacentes en los métodos de productividad moderna, como el enfoque en lo importante pero no urgente de Covey, o la búsqueda de la concentración profunda de Newport, resuenan con la sabiduría de dar sentido a nuestras actividades. Al igual que las festividades en los Andes o los ciclos de los paisajes sonoros naturales dan un propósito y un ritmo a las acciones, nuestra propia creatividad y productividad florecen cuando anclamos nuestras tareas en un significado más profundo, más allá de la mera casilla de verificación en un cronograma. No se trata solo de "hacer", sino de "hacer con sentido", reconectando nuestras acciones con un contexto vital y sensorial. La clave no está en domar el tiempo, sino en danzar con él, adaptando nuestros ritmos a las estaciones de nuestra vida y a las experiencias que realmente la nutren.
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Notas...
...para la práctica
Inspirados por estas perspectivas, aquí tienes algunos consejos prácticos para integrar una visión más flexible y personal en tu gestión del tiempo, liberándote de la tiranía del reloj:
- Define tus "ritmos significativos": ¿Cuáles son los momentos clave de tu año, mes o semana que marcan el pulso de tus actividades? Pueden ser lanzamientos de proyectos, cierres de ciclo, momentos de profunda concentración creativa, o incluso pausas y reflexiones importantes. Conecta tus tareas con estos "hitos" que tienen un significado para ti, más allá de la fecha en el calendario.
- Escucha tus ciclos naturales (internos y externos): Presta atención a tus propios ritmos de energía y concentración. ¿Cuándo te sientes con más energía para el "trabajo profundo"? ¿Cuándo necesitas una pausa? Y si es posible, sintoniza con los sonidos de tu entorno natural. ¿Qué ritmos te sugieren? Adapta tu horario a estos ciclos, en lugar de forzarte en bloques rígidos.
- Prioriza por "experiencia" y "propósito": En lugar de solo por urgencia o importancia, ¿Qué tareas o proyectos te aportan una "experiencia" particular (satisfacción, creatividad) o un "propósito" (conexión, sentido)? Intenta anclar tus actividades más importantes en estos sentimientos positivos, permitiendo que la emoción guíe tu flujo de trabajo.
- Menos "listas", más "momentos intencionados": Transforma algunas de tus tareas recurrentes en pequeños rituales o momentos intencionados. Un espacio tranquilo y una taza de té para revisar tu bandeja de entrada, una melodía particular que escuchas al iniciar una tarea creativa, o un breve paseo que asocias con la lluvia de ideas. Esto ayuda a anclar la actividad en el espacio-tiempo de tu experiencia, dándole un sentido más profundo.
- Reconoce el "tiempo de maduración": No todo es inmediato. Algunas ideas y proyectos requieren un "tiempo de siembra" (investigación, planificación, incubación) y un "tiempo de cosecha" (ejecución, lanzamiento). Aprende a entender estos ciclos, permitiendo que las ideas y los proyectos maduren sin la presión constante de la inmediatez.
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Gracias por revisar mis notas y apuntes.
PD: Puedes visitar esta nota en mi Jardín Digital donde voy conectando estas ideas.
Referencias
- Allen, David. Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity. Penguin Books, 2015.
- Covey, Stephen R. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Paidós, 2015. (Referencia al Hábito 3: "Establezca primero lo primero").
- Giddens, Anthony. Consecuencias de la modernidad. Alianza Editorial, 1994.
- Newport, Cal. Deep Work: Rules for Focused Success in a Distracted World. Grand Central Publishing, 2016.
- Schafer, R. Murray. «El mundo del sonido. Los sonidos del mundo». El correo de la Unesco. Una ventana abierta al mundo, 4-8. 1976
- Stobart, Henry. «Sacrificios sensacionales: deleitando los sentidos en los Andes bolivianos». Anthropologica 36(40):197-224, 2018.
https://open.substack.com/pub/procesandoideas/p/el-tiempo-bajo-nuestro-control-reflexiones
Consiente de la multiplicidad de aspectos a discutir, me referiré sólo al planteamiento de Bauman (2002) y la complejidad del tiempo y espacio en la crisis de la modernidad. Criticando la visión consumista que guía el proceder de la modernidad, Bauman plantea otras formas de entender las relaciones espacio-tiempo en el mismo contexto moderno. Para lo cual, se apoya de tres autores. Bajtín y su planteamiento de que el carnaval (en el espacio urbano) rompe con la rigidez que la modernidad quiere establecer sobre el espacio y el tiempo, ya que en el carnaval implicaba un viaje en el tiempo (ser transportado), mejor dicho propiciaba un tiempo y lugar donde la ciudad se transformaba en su “otra cara” dando la “sensación de estar presenciando una transustanciación maravillosa del mundo conocido” (Bauman, 2002:106–107). ↩︎
Giddens aclara “Por desanclaje entiendo el ‘despegar’ las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos intervalos espacio-temporales” (1994:32). Este proceso requiere de dos mecanismos: la creación de “señales simbólicas” (1994:32–36) y la dependencia de “sistemas expertos” (1994:37–38). ↩︎